En un futuro tan próximo que no parece sino una deformación de los principales rasgos de nuestro presente y nuestro estilo de vida; en un mundo en el que un velo de olvido, negación y recelo ha caído sobre el pasado (marcado por una catástrofe desconocida e innominada, tabú, a la que la gente se refiere con el eufemismo conjurador de «Lo que sucedió, si es que sucedió»); en una sociedad en la que la normalidad es una disimulada tiranía resultado de blandas imposiciones, de una proliferación del gusto por lo mismo y de una lenta abolición de las diferencias, un hombre y una mujer, para quienes sus respectivos pasados son extraños y desmemoriados, se conocen y se enamoran. Y con ese amor empieza o acaba todo. Pero, ¿realmente ha sido un encuentro fruto del azar? Lo que sigue es un camino lleno de ternura, incertidumbre, melancolía, paranoia y terror. Un viaje a la raíz del desamparo. Kevern Cohen nunca ha sabido por qué su padre ponía dos dedos sobre sus labios cada vez que pronunciaba una palabra que empezaba por «j», y nunca consideró oportuno preguntarlo, pues ni ahora ni entonces estaba bien preguntar. Los orígenes de Ailinn Solomons siempre han permanecido en la sombra y esa sombra sigue acompañándola. ¿Aprenderán a confiar el uno en el otro y a abandonar el miedo que los atenaza o es su relación la trampa definitiva? A medida que avancemos en la lectura de esta fascinante novela, finalista del premio Man Booker en 2014, confirmaremos lo que siempre hemos sospechado: la normalidad es el más inquietante y terrorífico de los países. La normalidad es pura distopía.
«A Howard Jacobson se le puede llamar el Philip Roth británico, pero J hace que me pregunte cuándo demonios vamos a tener a alguien con un talento tal que podamos llamarlo el Howard Jacobson estadounidense».
«La novela británica distópica de nuestro tiempo».
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