Alfabeto es uno de los libros esenciales de la poesía europea del siglo XX. Hasta hoy era, de forma incomprensible, inédito en nuestra lengua. Es un largo poema cuya forma sigue dos principios de composición. El primero es la secuencia de Fibonacci. Es decir, cada verso es la suma de los dos precedentes: 0, 1, 1, 2, 3, 5, 8, 13… El segundo es el alfabeto. Cada poema, y las palabras que utiliza, sigue el orden de las letras: a, b, c, d, e. Sin embargo, bajo esta forma aparentemente estricta, hay lugar para el azar. Como en una de las más antiguas tradiciones hebreas, Christensen juega con la materia misma con la que está construido el mundo: las letras, y su misterioso orden. Con ese magma informe y primigenio, recrea el mundo y su destrucción. Verso a verso, letra a letra, va moldeando cada una de las cosas que lo pueblan –el amor, la infancia, la vejez, el olvido, el odio, la muerte, la memoria– hasta que el árbol de las palabras, el árbol de la vida, surge, hermoso e indemne, ante nosotros. Al final, como los vocablos mismos, todo desaparece en un soplo. En los labios no nos queda más que la fragilidad de la vida y de las palabras, y la certeza de que una magia, oculta y aún nombrable, habita en ellas.
«Christensen muestra en Alfabeto una fabulosa seguridad en el ritmo del lenguaje, nombrando el aleph borgiano del mundo. Es una buscadora de paraísos y nos deja el consuelo de su magnífico universo literario».
«El esfuerzo principal de Inger Christensen se dirige a lo que, tal vez, podría llamarse la vida de las estructuras y nuestra vida en las estructuras –en el amor, en toda la organización de la sociedad y en la interacción entre los seres humanos y la naturaleza».
«Una verdadera cantante de las sílabas».
Inger Christensen
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